Hoy se nos da fácil la capacidad de volar alto para observar
desde ahí todo nuestro panorama; decidir cuáles son los cambios y mejoras que
queremos hacer de ahora en adelante e ir hacia ellos con determinación y
claridad.
El Águila representa la visión: Una delicada herramienta para extrapolarnos de nuestra realidad
experimental inmediata, colocando las cosas en mayor perspectiva. La visión debe aportarnos las pistas necesarias
para llevar a cabo lo que deseamos en una manera más armónica. Volar hacia
nuevos aprendizajes y no seguir repitiendo viejos ciclos de comportamiento que
nos llevan a los mismos tipos de experiencia y por ende no nos permiten
aprender nada nuevo.
El Águila o el Ojo de Horus representan la evolución del Mago hacia la sabiduría
que conlleva el poder de la visión. Visionar es el arte de impulsarse desde el
corazón hacia el mundo de las ideas para desde ahí observar cualquier condición
o experiencia en un panorama más amplio. La visión nos permite comprender el
funcionamiento de unas cosas relacionadas a otras en un nivel muy amplio.
El reto aquí es ser capaces de aterrizar nuestras visiones, permitir que nos ayuden a movernos en el mundo físico con más holgúra pero sin depender de ellas. Colocarlas en la dimensión que corresponde, sin sobrevalorar su importancia para nuestro desarrollo en la vida; siendo conscientes que todo cambia todo el Tiempo, que todo tiene el derecho y el deber de cambiar por sí mismo. Y en ese cambio, todo puede ser en realidad muy distinto de lo que hemos visionado... En ese caso, nos corresponde aprender a nosotros, porqué nuestras visiones y sueños no se han manifestado en la realidad material. ¿Qué hay dentro de nosotros que no está alineado con eso que deseamos que se manifieste o hemos visionado para nosotros?
Los problemas o situaciones adversas no lo son realmente cuando comprendemos que todo lo que nos sucede lo estamos creando para nuestro aprendizaje y desarrollo tanto individual como colectivo. Entonces, los problemas se convierten en situaciones que reflejan nuestro estado interior pero no representan eso que deseamos para nosotros. Son grandes oportunidades para identificar nuestras incoherencias y realinearnos con lo que Sí queremos.
Cuando hay Ritmo puede haber Resonancia. La resonancia es la
afinidad entre dos o más ondas con ritmos iguales, lo que les permite converger
y encontrarse en distintos tiempos. Entendido de una forma más poética, la
resonancia es ese “no sé qué” que se da “no sé cómo” adentro de nosotros
cuando encontramos situaciones, personas o cosas que vibran como nosotros.
Resonamos, quiere decir que “sonamos con“ lo que está ante nosotros. Resonar es
también ser capaces de crear melodías armónicas en colectivo mientras sonamos cada uno
su propia canción.
El Tono Resonante (siete) es el eje de nuestra Onda Encantada (trece), el punto de canalización de toda la sabiduría del ciclo que estamos experimentando. Resuena porque desde el inicio y desde
el final de la Onda Encantada, llegan hacia el Tono Resonante seis vibraciones armónicas
como si fueran dos olas que convergen en el mar. La energía que se forma entre
estas dos olas convergentes es muy intensa. Y en esta oportunidad, siendo
entregada a criterio del Águila, es capaz de transformar por completo nuestra
experiencia emocional en el mundo mediante la observación consciente y la metamorfosis
que deviene de este ejercicio.
Es un buen día para observar honestamente todo en nuestra
experiencia, siendo sinceros con nosotros mismos respecto a lo que sentimos sin
hacernos muchas preguntas o intentar racionalizarlo; observándolo en
macro. Permitiendo que las respuestas, soluciones y decisiones que se sienten correctas lleguen a nosotros desde la mente más ayá de la mente, desde nuestra conexión con lo divino. El Águila Resonante también es una excelente energía para tomar
decisiones en áreas de nuestra vida que tienen que ver con lo emocional.
:)
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