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lunes, 13 de julio de 2015

La maternidad y la sexualidad femenina, Casilda Rodrigañez

Por: CASILDA RODRIGAÑEZ BUSTOS
2.- La maternidad y la sexualidad femenina.-

La historia de la humanidad se divide en dos: antes y después del patriarcado; antes y después de las sociedades esclavistas. Entre una y otra parte de la historia humana, hay una discontinuidad en la noción de las cosas, de los conceptos y de los símbolos. Esta discontinuidad es perfectamente detectable, pero requiere de un esfuerzo especial porque ha sido sutilmente borrada en los medios de transmisión de los conocimientos, y la nueva noción de las cosas se asienta sobre un magma dogmático que nos cierra las puertas a la noción verdadera y genuina de la vida. Este dogma conceptual básico (Ruth Benedict (11)) presenta al ser humano arquetípico, como un ser dominador predispuesto para la guerra y para desplegar una capacidad y una voluntad de dominio supuestamente innatas (Amparo Moreno (12)). Intimamente unida a la noción de este arquetipo humano, tenemos una falsa noción de la madre y de la sexualidad humana.

La primera noción perdida es que la verdadera maternidad es un despliegue de nuestra sexualidad, y que la eliminación de la función social de la madre tiene una dimensión corporal y orgánica importantísima. Esta dimensión corporal del matricidio no es otra cosa que la contrarrevolución sexual que dice Borneman. La enemistad de la mujer con la serpiente (la pérdida de sus espacios y de hábitos sexuales) y su consecuencia, el parto con dolor, fueron –y son- claves para establecer la dominación del hombre sobre la mujer.

La asociación estadounidense Orgasmic birth, the best kept secret (Parto orgásmico, el secreto mejor guardado) (13), está divulgando un documental con diversos partos orgásmicos, mostrándonos lo que ya había referido Juan Merelo Barberá (14) y otros estudios@s de la sexología del siglo pasado, sobre el orgasmo en el parto (Shere Hite, Masters y Johnson, Kinsey, etc.). 

El útero está diseñado para realizar 50 orgasmos consecutivos y para realizar el proceso del parto de manera placentera, sin violencia y sin dolor. Las llamadas ‘contracciones’ del parto deberían ser latidos: movimientos suaves de los potentes músculos de la bolsa uterina, que se encogen y se distienden, y se vuelven a encoger y a distender, rítmicamente; un movimiento ameboide con el que desciende el feto hacia la salida, al tiempo que los músculos circulares de la bolsa uterina relajan su función de cierre.

En ciertas regiones de Arabia Saudita, hoy todavía las mujeres forman corro alrededor de la parturienta bailando la danza del vientre, hipnotizándola con sus movimientos rítmicos ondulantes para que también ella se mueva a favor del cuerpo en lugar de moverse contra él. (15) Este es un ejemplo claro de la relación entre los hábitos sexuales perdidos en la contra-revolución patriarcal y el parto. En las auténticas danzas del vientre, los movimientos del vientre y de la pelvis están impulsados por la pulsión sexual, valga la redundancia, y se mueven acompañando el movimiento del útero.

Juegos y bailes en corro y danzas del vientre en la infancia, en la adolescencia y en la adultez, autoerotismo, intimidad y complicidad femenina, sexualidad coital y parto orgásmico. Así es la sexualidad de la mujer, diversa. La sexualidad de nuestro cuerpo no tiene como única orientación el falo. El falo-centrismo ha sido una consecuencia de la falocracia, de la dominación, que se impuso con la aparición de las sociedades patriarcales esclavistas.

Es preciso también mencionar la lactancia, un periodo importantísimo de la vida sexual de las mujeres

Ruth Benedict (16) contaba que hacia los años 30 del siglo pasado, las autoridades sanitarias japonesas quisieron promover el destete de la mujer a los 8 meses del parto, en una sociedad en la que la lactancia era muy prolongada y reconocida como un estado de gran placer para la mujer. Hicieron campañas con supuestos argumentos científicos para convencer a las mujeres de que era lo mejor para sus bebés. Pero aunque las convencían de que el destete era lo [aparentemente] mejor para los bebés, no las podían convencer de que era lo mejor para ellas, y no estaban dispuestas a renunciar a dicho placer. En la época en que escribía el libro, Benedict decía que la campaña de destete a los 8 meses estaba siendo un fracaso. En Japón, cuenta Michael Balint (17) el amor materno es un concepto muy específico, y tiene su reconocimiento semántico: el amaeru. Según Balint, el amaeru o amor primal, se caracteriza por tener la mayor carga libidinal de la vida humana, porque es un amor para promover el deseo de un estado permanente de simbiosis.

La fisiología nos explica que la lactancia también es una parte de nuestro sistema sexual (18); la eyección de la leche cuenta con un dispositivo interno en la mujer, que se activa con la pulsión sexual y la consiguiente descarga de oxitocina; y al encajarse la oxitocina en sus receptores situados en las fibras mioepiteliales que recubren los alveolos de los pezones, pone en marcha su latido, el movimiento de contracción-distensión que bombea y eyacula la leche. Es el mismo dispositivo que tenemos las mujeres también para eyacular el flujo vaginal para el coito o para el trabajo del parto; el mismo dispositivo también en los hombres para bombear y eyacular el semen almacenado en la vesícula seminal. Es decir, es un dispositivo del sistema sexual, que se activa con la pulsión sexual, y que por eso se puede poner en marcha con una sola mirada de amor verdadero. 

El mapa de la ubicación de los receptores de oxitocina es el mapa de las principales zonas erógenas de la mujer, y explica la relación que el movimiento expansivo del placer establece entre ellas.

Se ha encontrado que la densidad de los receptores de oxitocina en las fibras musculares del útero es variable, y aumenta con la actividad sexual (19). Esto explicaría la función que tienen las pulsiones sexuales en la infancia (que si se producen es por algo y no son aberración alguna): la de desarrollar y hacer madurar los órganos sexuales. 

La sexualidad es una continuidad de fenómenos psicosomáticos a lo largo de la vida de la mujer, en la que unos fenómenos preparan los siguientes; durante la infancia para preparar la pubertad y tener reglas placenteras, y durante la adolescencia para tener coitos, embarazos, partos y lactancias placenteras. Así por ejemplo durante el embarazo aumentan los receptores de los pechos para prepararse para la lactancia, y por eso durante el embarazo aumenta la erogeneidad en esa zona del cuerpo.

Dice Lea Melandri (20) que la negación de nuestra sexualidad es una violencia interiorizada, que empieza cuando a la niña se le niega el cuerpo materno, y ve su propio cuerpo a través del cuerpo negado para ella de la madre; entonces interiorizamos el paradigma de mujer a través del filtro de la mirada del hombre. Esta negación y violencia contra nosotras mismas es el resultado inmediato del falo-centrismo que aplasta la diversidad de nuestra sexualidad. La relación madre-hija sería en términos libidinales la fuente principal del Muttertum humano, y por eso su destrucción es el principal objetivo del diseño artificial de las relaciones humanas.

Nuestra incorporación a la vida pública y la igualdad de los derechos sociales, no puede hacerse haciendo tabla rasa de lo que somos, ni haciendo tabla rasa del matricidio. En nuestra sociedad no hay espacio ni tiempo para la madre verdadera; ni para la madre ni para la mujer. Somos diferentes a los hombres y nuestra sexualidad no se complementa unívocamente con la sexualidad masculina. Necesitamos el reconocimiento, el tiempo y el espacio social para la otra sexualidad. La verdadera pareja no es la heterosexual adulta, sino la pareja simbiótica, la díada madre-criatura en donde empieza y se desarrolla toda la vida y la sexualidad humana, masculina y femenina. Si la sociedad no se vertebra desde la madre, si no reconstruimos el Muttertum, el espacio y el colectivo femenino,seguiremos viviendo una sociedad desquiciada, fuera de madre.

Las mujeres hemos recuperado subjetivamente nuestra dignidad; y hemos necesitado reconocernos iguales para empezar a reconocer nuestra diferencia. Y el reconocimiento de la diferencia nos ha llevado a la mujer perdida y prohibida que tenemos que recuperar, y con ella a la madre que cada ser humano y la sociedad necesita. Hay que tender la urdimbre. Y también hay que tramarla.

Fuente: http://pulposymedusas.blogspot.com/

1 comentario:

Juan Gomez dijo...

Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, mi nombre es Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron enfermedades de herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro, todavía buscaba un Cura incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. Al principio no podía creerlo, pero también me sorprendió después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy muy feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un medio ambiente mejor, comuníquese con el Dr. ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com también puede llamar o WhatsApp +2349123794867