Es quizá un reto romper el hielo que ha congelado un tabú o un evidente
problema social invisibilizado; sin ánimo de buscar culpables, señalar con el dedo o siquirea de
encontrar soluciones prácticas inmediatas. Asumiendo ese desafío, me sumo a
tod@s los que HOY no se callan.
Ultimamente he oido o he participado como observadora
casual de muchos más casos de violencia o abuso en la pareja o en la familia de los que oí hablar en toda mi vida. Y
me he dado con la terrible sorpresa de que no es un caso ajeno a nadie. Estoy
segura que de manera regular, todos nosotros interactuamos con más de una
persona que está actualmente involucrada en una historia de abuso o violencia doméstica o de
pareja; si es que no somos nosotros mismos participantes de una historia como
tal.
… Entendiendo por violencia doméstica cualquier
situación de abuso de poder manifiesta en lo físico, lo emocional o lo mental; entre miembros de la misma
familia/pareja. Son básicamente situaciones de intercambio desigual de energía entre dos o
más miembros del mismo grupo humano nuclear, donde el dar y el recibir entre
ambos está en desequilibrio en tanto una parte toma o recibe más energía de la
que le aporta a la otra parte, dejándola cada vez más consumida... un poco más muerta y un poco menos viva.
En situaciones como esta, hay un decaimiento
progresivo de la parte que es “consumida” o mejor dicho; que entrega
voluntariamente su energía para el consumo de la otra parte. Y también hay un
engrandecimiento progresivo de la parte que toma más energía de la que aporta,
engrandecimiento que se puede manifestar en lo físico "soy más grande o más gordo", en lo emocional "soy más felíz", en lo mental "soy más capáz o más inteligente" y de manera general: "soy mejor" .. "que tú."
La violencia familiar, explícita o implícita, física o
emocional y mental; es un asunto que aún compete a muchísimos de nosotros... Buscando estadísticas, encontré este artículo de la OMS:
OMS Estudio Sobre la Violencia Doméstica (2005) http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2005/pr62/es/
Donde se cita: "Me golpeó en el vientre y me hizo perder dos niños, gemelos o mellizos,
no lo sé. Sangraba mucho cuando fui al Hospital de Loayza, y allí me
limpiaron". Mujer entrevistada en una zona urbana del Perú.
... A estas alturas me estoy preguntando si es imprescindible o no conservar la mesura y no indignarse ante noticias como ésta... Pero lo respiro y lo observo, intento también agradecerlo, hago el esfuerzo consciente de integrarlo. Compartimos el Planeta Tierra con muchísimas personas en muchísimos aprendizajes muy distintos entre sí.
La pregunta es: ¿Qué es lo que estamos haciendo cada uno de nosotros para sostener y desde ahí ser creadores activos de tantos casos de violencia (doméstica)?
Lejos de querer seguir adelante con el juego del huevo o la gallina, es importante aclarar un detalle: La violencia doméstica y en general, todo tipo de violencia (y esto va a ser difícil de digerir); no tiene una víctima y un culpable. Tampoco tiene una solución práctica que mágicamente pueda acabar con ella desde muy afuera de la historia. No hay un héroe o heronia que salve a la víctima, porque la vícitma está empapada en su rol de debilidad y sometimiento tanto como la parte que es victimario o culpable lo está en su rol de autoridad violenta... Y tanto como el héroe o la heroina lo están en su rol de salvadores. La víctima siempre va a buscar a un victimario, el victimario siempre a una víctima y el héroe siempre a una de estas situaciones; para aprender.
La violencia solo puede existir porque es sostenida por dos partes: quien la ejecuta y quien la recibe. Ambas partes se han sometido a la violencia. Ambas partes le han abierto la puerta a la posibilidad de experimentarse como víctimas y culpables. La víctima comparte la culpa del victimario y el victimario comparte la debilidad de la víctima. No existe uno sin el otro. El héroe o heroina se proclama como tal porque también comparte esa debilidad y esa culpa, quizá no de primera mano, pero sí desde un lugar un poco más ajeno a la historia, un poco más como un observador y observadora. El observador u observadora también comparte la creación de la violencia.
Es con esta consciencia que podemos volver a nuestra pregunta: ¿Qué es
lo que estamos haciendo cada uno de nosotros para sostener y desde ahí
ser creadores activos de tantos casos de violencia (doméstica)?
Ya sea que estemos participando como víctimas, victimarios, heroinas, héroes o simplemente observadores distantes; la violencia doméstica está a la vuelta de la esquina. Y sin ánimos de cundir el pánico ni crear más de ello como se dice, también hay que atreverse a ser realistas para descubrir el velo que cubre la violencia de todo tipo en nuestra sociedad, mirarla defrente, darle la cara y con todo respeto decirle que es bienvenida, para que pueda poco a poco comenzar a sentirse a gusto y en ese sentirse a gusto también se transforme.
A la violencia no se le invisibiliza, a la violencia se le destapa y se le muestra tal cual.
Kintsukuroi, "reparar con oro"; el arte de reparar cerámica con oro o plata
y entender que la pieza es más bella por haber estado rota.
La pieza es más bella por haber estado rota, porque ahora tiene la sabiduría y la belleza de quien ha adquirido experiencia propia. Eso mismo proponemos hacer con la violencia, y con todo aquello que hemos estado guardando en el closet, cubriendo y evitando encarar.
La violencia doméstica tiene escalas, tiene muchísimos matices y se desarrolla a puerta cerrada en muchísimos hogares de esta Tierra. Demaciados para nuestro gusto. Cualquier intercambio energético desigual, que resta o divide, que separa o enajena, puede ser catalogado desde esta perspectiva como violencia... Quiere decir que estamos ante la inmensa posibilidad de un gran cambio a gran escala, que comienza siempre con pequeños cambios a pequeña escala. Cada uno de nosotros está en la capacidad de hacer algo, aunque parezca un acto pequeño de granito de arena, para cambiar esta historia.
Letra en Español, "Un Beso con un Puño":
Me golpeaste una vez
Yo te golpeé de vuelta
Diste una patada
Yo di una cachetada
Rompiste un plato
Sobre mi cabeza
Luego prendi fuego a nuestra cama
Mi ojo negro no trae ninguna sombra
Tu ojo rojo no ve ninguna culpa
Tus cachetadas no se pegan
Tus patadas no golpean
La sangre se pega, el sudor gotea
Rompe el candado si no encaja
Una patada en los dientes es bueno para algunos
Un beso con un puño es mejor que ninguno
Whoa un beso con un puño es mejor que ninguno
Rompí tu quijada una vez antes
Derramé tu sangre sobre el suelo
Rompiste mi pierna de regreso
Así que relajémonos y veamos como se quema la cama.
Nota bajo el video en Youtube:
"Un beso con un puño NO es una canción acerca de la violencia doméstica.
Se trata de dos personas empujándose el uno al otro hacia extremos psicológicos porque se aman. La canción no se trata de una persona siendo atacada, o de ningun tipo de violencia física real, no hay víctimas en esta canción. A veces el amor que dos personas se tienen el uno al otro es una fuerza destructiva. Pero no pueden tenerlo de ninguna otra manera, porque es lo que los mantiene juntos, disfrutan el drama y de presionar los botones el uno del otro. La única manera de expresar estas emociones extremas es con imaginería exrema, todo lo que es fantástico y nada en la canción está basado en la realidad."
.... Tal vez por eso buscamos PARejas que sean nuestros iguales. Tal vez sea esa una clave para eliminar la violencia progresivamente de la Tierra, sin ánimo de pretender una utopía irrealista: Encontrandonos con nuestro igual también, metaforicamente, en las cachetadas.
En la naturaleza, los grupos de la misma especie suelen tener jerarquías bastante bien establecidas, e igualdades bastante notorias dentro del grupo que pertenece al mismo eslabón dentro de cada jerarquía. Es decir, los lobos mayores son claramente más poderosos que los lobos jóvenes, y los lobos jóvenes son claramente más iguales entre sí, así como los lobos mayores lo son entre ellos. Los predadores y las presas en cambio, son claramente desiguales entre sí. Hay una "desventaja" energética entre unos y otros para que unos puedan eventualmente comerse a los otros con tal de no morir.
Aquí en la sociedad humana, todavía funciona la ley de la junga, solo que al parecer lo hemos entendido todo al revéz, porque entre miembros del mismo clan y muchas veces del mismo eslabón jerárquico, hemos establecido relaciones de predador y presa.